Pero cuando vino la primavera todos los árboles dieron hojas, salvo éste que dio plumas que eran estrelladas y azules.
Y el ermitaño Securis, le dijo:
-Bueno, no obedeciste las reglas y por eso te tocara quedarte quieto hasta el final de los días.
Y al árbol se le cayeron las plumas e inmediatamente le crecieron hojas, pero este ya no se podía mover. Y así fue hasta el final de los tiempos.
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